Poderoso Caballero






PODEROSO CABALLERO

Afino mi lápiz.
Una cascada de pensamientos
cae en torrente sobre el papel.

Voy a escribir sobre lo que realmente mueve al mundo,
lo que inspira al emprendedor,
lo que distingue al visionario del mediocre,
lo útil, lo ansiado, lo adorado,
lo que algunos, tontamente,
se atreven a despreciar.

Me refiero, señoras y señores:
¡¡¡AL DINERO!!!

El dinero
no da la felicidad,
pero calma los nervios,
decía mi abuelo.

Al fin y al cabo,
para eso estudiamos,
para eso trabajamos,
porque sin él
no hay salud,
ni paz,
ni tranquilidad.

No puedo comprar la paz de una conciencia limpia,
pero puedo pagar a los que borran pecados y faltas.

No puedo apropiarme de la voluntad ajena,
pero puedo comprar almas y corazones.

¡Oh, dinero!
Mis palabras son mezquinas para alabarte.
Eres el remedio inmediato a toda escasez,
la movilidad completa,
la herramienta que me encumbra
a las alturas sociales del éxito y el prestigio.

Cubres mi lado oscuro,
mi resentimiento,
mis miedos.

Gran caballero eres.
Contigo obtengo respeto
y, si no, envidia.

Abro todas las puertas
que se cierran al humilde.

Quien diga que no llevas a la felicidad
es un tonto…
o un extraterrestre.



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