SOBRE LA HISTORIA
SOBRE LA HISTORIA
Muchos líderes, a lo ancho y largo del mundo,
creyeron y creen en el sacrificio.
En el de los demás, nunca en el propio.
Por ello no vacilaron en ofrendar
naciones y pueblos enteros
en el altar de sus sueños perdidos.
Envueltos en banderas de todos los colores,
alzadas desafiando a dioses adversos,
justificaron la esclavitud,
la explotación sin piedad,
siglos de ignominia,
escudándose en leyes divinas.
Con el tiempo, cambiaron de disfraz:
la fe cedió su trono a la ley del más apto,
a la ley del que golpea más fuerte,
al orden del que se sienta en la cima
de la cadena alimenticia.
Mucho se ha avanzado desde la toma de la Bastilla.
El arcabuz y la guillotina
cedieron su lugar a las bombas
y a las cámaras de gas.
Mito y sangre:
así podría resumirse el camino de la historia,
más allá de explicaciones
que intentan vendernos
un progreso ininterrumpido.
Nos enseñan que la historia
es una cadena de hitos gloriosos,
una epopeya de patriotas y elegidos,
hombres valientes de entereza y virtud,
tejida con gestas viriles.
Nos cuentan que hemos nacido
del ingenio y la voluntad,
que toda nación,
todo imperio,
todo individuo
puede protagonizar su propia leyenda.
Así se construyen los mitos,
maleables, convenientes,
siempre al servicio del tirano de turno.
Mitos que nos han vendido por siglos:
la democracia griega,
el contrato social,
la revolución,
la libertad de elegir...
(Y con esa, se sacaron el premio mayor).
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